Arquitectura feminista: derribando las barreras de género

El objetivo de la arquitectura feminista es eliminar barreras, mediante el diseño de espacios seguros y flexibles, y con accesibilidad equitativa para todas las personas.

Arquitectura feminista: derribando las barreras de género

En la búsqueda constante de un mundo más igualitario y accesible, la arquitectura feminista emerge como un pilar fundamental en la eliminación de barreras, tanto físicas como sociales. A través de un diseño consciente y proactivo, la arquitectura puede transformar entornos urbanos en lugares que promueven la igualdad de género y la inclusión.



¿Qué es la Arquitectura Feminista?

La arquitectura feminista es un enfoque que busca crear entornos construidos que sean accesibles y acogedores para todas las personas, independientemente de sus capacidades físicas, edad, género o cualquier otra característica. Se trata de diseñar espacios que promuevan la igualdad de oportunidades y la participación activa de todos los individuos en la vida cotidiana.

Este enfoque va más allá de simplemente cumplir con los estándares de accesibilidad establecidos por la ley. Se trata de adoptar una perspectiva holística que considere las necesidades y experiencias de todas las personas, incluidas aquellas que históricamente han sido marginadas o excluidas de los espacios públicos.



Eliminando Barreras de Género

Uno de los aspectos más importantes de la arquitectura feminista es su capacidad para eliminar las barreras de género en el entorno construido. A lo largo de la historia, el diseño arquitectónico ha reflejado y perpetuado desigualdades de género, creando espacios que limitan la libertad y autonomía de las mujeres. Sin embargo, la arquitectura feminista ofrece la oportunidad de revertir esta tendencia y crear entornos más equitativos.

1. Diseño de Espacios Seguros:

La seguridad es una preocupación fundamental para las mujeres y determinados grupos sociales al navegar por espacios públicos. La arquitectura feminista aborda esta preocupación mediante el diseño de espacios que sean percibidos como seguros y acogedores para todas las personas. Esto puede incluir la instalación de iluminación adecuada, la creación de áreas de reunión abiertas y visibles, la limpieza o fomentar la vigilancia natural.

2. Acceso Equitativo:

La accesibilidad es otro aspecto crucial de la arquitectura feminista. Esto no solo se refiere a la eliminación de barreras físicas, como escalones o puertas estrechas, sino también a la creación de espacios que sean fácilmente accesibles para personas con diferentes necesidades y estilos de vida. Por ejemplo, la inclusión de rampas en lugar de escaleras no solo beneficia a personas con discapacidad, sino también a familias con cochecitos de bebé o personas mayores con movilidad reducida.

3. Espacios Flexibles:

Los roles de género tradicionales pueden influir en la forma en que se utilizan y perciben los espacios. La arquitectura feminista busca desafiar esos estereotipos mediante el diseño de espacios flexibles que puedan adaptarse a una variedad de usos y actividades. Esto puede incluir la creación de áreas comunitarias multifuncionales que puedan ser utilizadas para reuniones, eventos culturales o actividades recreativas, sin imponer limitaciones basadas en el género.



El espacio no es neutro

La promoción de la igualdad de género a través del diseño arquitectónico no solo beneficia a las mujeres, sino a toda la sociedad en su conjunto. Al crear entornos más inclusivos y equitativos, se fomenta la participación activa de todos los individuos en la vida pública y se promueve un sentido de pertenencia y comunidad. Es importante reconocer el derecho a la ciudad de todas las personas, con independencia de roles de género, raza, clase o edad, por ejemplo. Es importante conseguir que los barrios sean apropiados por la vecindad que en ellos reside, y eso liga con el derecho a la participación y toma de decisiones acerca del diseño, uso y gestión de estos espacios.

Es por eso que este tipo de arquitectura es tan necesaria y justa, gracias a su papel para la eliminación de barreras de género y la promoción de la igualdad en el entorno construido que es, al fin y al cabo, donde vivimos y nos desarrollamos.

Desde Latitud 40º colaboramos en proyectos de patios escolares inclusivos porque creemos en que estos espacios son aún muy discriminadores y porque son espacios de oportunidad para fomentar la igualdad y la creatividad de los más pequeños. Un patio inclusivo y renaturalizado es más democrático, sanador y en él se genera una mejor convivencia. En el ámbito de la arquitectura abogamos por el diseño de espacios lo más flexibles posible, con habitaciones todas de dimensiones parecidas, con el espacio de cocina integrado en el salón, con ejes visuales que favorecen el cuidado de los más pequeños por todos los integrantes de la familia, por elementos arquitectónicos que promueven la autonomía de los más pequeños, etc. Hay un sinfín de estrategias que favorecen espacios más inclusivos que rompen además la dicotomía entre la esfera pública y privada.

Si quieres profundizar en este tema, nuestra compañera Paula González Azcárate ofreció hace un tiempo esta conferencia sobre arquitectura feminista:



Para la imagen de portada del artículo hemos escogido una instantánea de Jane Jacobs, escritora y activista urbana estadounidense-canadiense, conocida por su influencia en el urbanismo y su crítica a las políticas de desarrollo urbano de mediados del siglo XX. Aunque no se identificó formalmente con la arquitectura feminista, su enfoque en las comunidades locales y la inclusión social ha tenido notable influencia en este movimiento. Jacobs defendía la importancia de espacios urbanos accesibles y seguros para todos, promoviendo una planificación que tiene en cuenta las necesidades de las comunidades marginadas, incluyendo a las mujeres.